sábado, 7 de noviembre de 2009

SANGUINETTI RELOADED (Febrero de 2009)

“La cuestión es el fanatismo”
Por Julio María Sanguinetti (y comentado por un servidor)

“La historia es larga. Hace 60 años, en 1948, las Naciones Unidas, aun bajo el impacto de la Segunda Guerra Mundial y del horror del Holocausto, vivieron el milagro de que los Estados Unidos y la Unión Soviética coincidieran en resolver la cuestión judía por medio de la creación de un Estado en el viejo hogar territorial de sus ancestros".
“En la misma resolución se configuraba un Estado árabe, para reunir a los habitantes de ese origen en la vieja Palestina. Se terminaba, de esa manera, el mandato británico sobre la región y nacían dos Estados independientes. Jerusalén, la mítica ciudad, quedaba dividida en dos partes".
“Desgraciadamente, los Estados árabes no aceptaron la existencia de Israel, y desde el primer día comenzaron la guerra".

Los árabes no aceptaron la Resolución 181 por la sencilla razón que la misma constituía una flagrante injusticia, asignando el 56% del territorio de Palestina a los judíos (a pesar de que éstos sólo sumaban un tercio de la población y poseían legalmente apenas el 5,8 % de la tierra) y negándose por motivos obvios a someter tal arbitraria iniciativa a un plebiscito entre la población local.
Además, no fueron los árabes quienes “comenzaron la guerra”: ya el 11 de diciembre de 1947 (es decir, cinco meses antes del estallido oficial del conflicto) las milicias judías iniciaron con la masacre de Tirat Haifa una despiadada limpieza étnica de Palestina. Antes del 15 de mayo de 1948 ni un solo soldado regular árabe ingresó a Palestina, a pesar de que para entonces más de 200 aldeas palestinas habían sido ocupadas y un cuarto de millón de personas deportadas.

“El naciente Estado judío, por entonces débil en lo militar y pobre económicamente, sobrevivió con la conducción profética de Ben Gurión y a partir de allí, ladrillo tras ladrillo, construyó un país próspero y también la única democracia de la región".

¿“Única democracia de la región”? Una democracia no consiste solamente en un mero sistema electoral y parlamentario: infinitamente más importante es el respeto a los derechos civiles y humanos. Y obviamente ello no es el caso de un Estado donde a gran parte de la población se le niega la nacionalidad y se la despoja de sus tierras mediante “colonos” (léase pistoleros) importados de la ex-Unión Soviética, donde la tortura en los interrogatorios es permitida tácitamente (hasta hace pocos años en forma oficial bajo el eufemismo “presión física moderada”), donde una persona puede ser secuestrada de sus hogar y mantenida en prisión durante años sin proceso alguno…
Por lo demás: si la mayoría de los vecinos de Israel tampoco son democracias ello obedece simplemente a que los citados déspotas (Egipto, Arabia Saudita, etc.) son funcionales a los intereses del eje Washington-Londres-Tel Aviv. Tal como lo expresó Roosevelt: “Somoza is a son of bitch, but he is OUR son of bitch”.

“Desgraciadamente, Israel no ha tenido, desde aquellos lejanos días, ni siquiera una noche de sosiego. Seis guerras convencionales y dos "guerras santas" (intifadas) marcan una situación bélica apenas interrumpida por intervalos de tregua y renovadas aspiraciones de paz".

De las “seis guerras convencionales” TODAS (con la única excepción del conflicto de 1973) fueron iniciadas por Israel, y en las dos últimas (sendas invasiones del Líbano) las bombardeos israelíes produjeron miles de víctimas civiles. En cuanto a las dos Intifadas, la primera estuvo protagonizada por jóvenes apedreando tanques y la segunda se saldó con una cantidad de muertos palestinos tres veces superior a la de víctimas israelíes… así que si Israel no ha tenido “ni siquiera una noche de sosiego” es evidente que ello sólo puede atribuirse a una peculiar adicción al insomnio…

“Como es obvio, ese fundamentalismo, que emplea el terrorismo como método, con un total desprecio de la vida humana, la de los propios y las de los ajenos, mantiene la desaparición de Israel en la condición de objetivo de honor. Y allí permanece el núcleo del conflicto".

Al final de la Primera Guerra Mundial el fundamentalismo islámico se hallaba agonizante, tal como lo evidenció el éxito de las reformas laicistas introducidas por Mustafa Kemal en Turquía. Fue justamente la invención del Estado judío y su secuela de injusticias lo que dio (y sigue dando) pasto al fanatismo musulmán. Dicho de otra manera: el fundamentalismo islámico contemporáneo es simplemente un producto del fundamentalismo sionista.

“La cuestión es que al que pacta del lado musulmán se le opone, invariablemente, una contestación más radical, engendrada en las escuelas de fanatismo. Pensemos en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), organización terrorista conducida por Yasser Arafat, que terminó, muchos años más tarde, como fuerza apaciguadora y perdió su peso político. ¿Qué le pasó últimamente al movimiento Al Fatah? Intentó acordar la paz con los israelíes y les salieron al cruce Hezbollah y Hamas".

Recordemos (ya que el Sr. Sanguinetti aparentemente padece de amnesia selectiva) que fue precisamente el ninguneo de Al Fatah a manos de Israel lo que favoreció el avance de elementos radicales como Hamas. También señalemos cuán groseramente fue atropellada la voluntad del pueblo palestino en 2006. Cuando Hamas derrotó en elecciones limpias a Al Fatah, Israel (apoyado por sus socios, Estados Unidos y Europa) se negó a aceptar el resultado alegando que “no negociaba con terroristas”: cínico argumento teniendo en cuenta que (tal como lo recordó recientemente Sir Gerald Kaufman en la Cámara de los Comunes) Israel es el resultado del terrorismo sionista. Citemos solamente a las agrupaciones Irgun, Lehi y “Pandilla Stern”, entre cuyos crímenes se contó el atentado contra el hotel King David de Jerusalén (22 de julio de 1946) y la masacre de Deir Yassin (9 de abril de 1948), crímenes que se saldaron con decenas de víctimas.
Ante semejante burla, ¿cómo pretende Occidente que el mundo musulmán valore la democracia cuando la misma es impuesta a base de bombardeos (Irak y Afganistán) o se desconoce con el mayor descaro el veredicto de las urnas si el mismo no conviene a los intereses de Israel?

“No falta sustento al razonamiento de que una invasión como la israelí a Gaza, circunstancialmente, estimula los radicalismos. Es la perversa lógica en la que nos introduce el fanatismo, que obliga a Israel a hacer lo que no quiere".
“Hace cuatro años, Israel devolvió ese territorio a cambio de una tregua que esperaba que fuera duradera. ¿Cuál otra podría ser la lógica? Esa es la verdadera cuestión. Se ha visto ya que el diálogo es inviable o muy frágil".

Uno no sabe si atribuir semejantes afirmaciones a ignorancia o cinismo. Más allá de que el Sr. Sanguinetti obviamente desconoce la diferencia existente entre un cohete y un misil, invierte burdamente causa y consecuencia: el goteo de cohetes caseros es una reacción desesperada ante el bloqueo ilegal e inhumano impuesto por Israel contra la Franja de Gaza, y que no fue aliviado ni siquiera durante la tregua acordada entre el Estado sionista y Hamás a partir de junio de 2008. Y ciertamente no fue la agrupación islamista (tal como declararon mendazmente la mayoría de los medios occidentales) sino Israel quien violó dicha tregua matando una docena de milicianos palestinos el 4 de noviembre pasado, aprovechando que la atención mundial se concentraba en las elecciones presidenciales de Estados Unidos: así la Sra. Livni se aseguró su “splendid little war” a modo de sangrienta campaña electoral para demostrar su capacidad de ser tan brutal como sus rivales masculinos.

“La vía más serena sería continuar esperando, con el riesgo obvio de que el movimiento terrorista continúe en su acción de disparar misiles y logre instalar los de largo alcance, provistos por Irán".
“Si sucediera esto, se impondría en la región algo todavía mucho más penoso: una guerra generalizada, con más muertos y más sangre".

Más allá de lo inverosímil del escenario apocalítico pintado por el Sr. Sanguinetti, su razonamiento no sólo desprende un desagradable tufillo a “el fin justifica los medios” sino que además es de una grotesca inmoralidad. ¿Debemos entender que el único medio de evitar “más muertos y más sangre” consiste precisamente en matar?

“Siempre es terrible ver los resultados de una acción militar, y allí están los grabados de Goya para inmortalizar el dolor. Pero está fuera de la realidad quien no admite que son los fanáticos los que producen el sacrificio de la población civil, incluidos los niños, porque esa es su estrategia".
“Se vio claramente en el Líbano y se advirtió también ahora en Gaza. Es más: el Estado de Israel montó un sistema inédito para advertir del objetivo de un ataque y dar tiempo para que salieran las posibles víctimas. Lejos de tener respuesta, los fundamentalistas convocan a más gente para llevarla a la muerte. Eso también se ha visto en televisión y sacude cualquier sensibilidad".

El presunto uso de niños como “escudos humanos” es un clásico de la propaganda sionista a la hora de pretender justificar cínicamente el terrorífico número de víctimas inocentes. Tal falacia ya fue desenmascarada en 2006 por la organización Humans Rights Watch tras la sangrienta (e ignominiosa) invasión del Líbano en su informe Fatal Strikes: Israel’s Indiscriminate Attacks Against Civilians in Lebanon. Según dicho documento, no se pudo constatar ni un solo caso de uso de civiles como “escudos humanos” por parte de Hisbolá; asimismo, quedó revelado que ninguna de las víctimas fatales se hallaba en cercanías de concentraciones de efectivos o armas de la citada milicia.
En cuanto a la presunta “sensibilidad” del Sr. Sanguinetti, evidentemente está exclusivamente reservada para Israel. De otro modo no puede explicarse su silencio ante la aberración que supone un conflicto donde de un lado mueren 13 personas (4 por “fuego amigo”) y del otro 1.330 (437 de ellas niños). Eso no es una guerra, es lisa y llanamente una masacre; y por añadidura complementada con atrocidades tales como disparar granadas de 155 mm con submunición con fósforo blanco (sustancia que provoca espantosas quemaduras que llegan hasta el hueso) contra una escuela de la ONU repleta de criaturas aterrorizadas…

CONCLUSIÓN: El Sr. Sanguinetti (digno especimen del sionista cristiano, tan abundante entre los protestantes norteamericanos y tan afortunadamente escaso en nuestras latitudes) presenta al fanatismo actual como patrimonio exclusivo de los árabes. Así, resulta significativo que un artículo titulado “La cuestión es el fanatismo” no haga mención alguna al demagogo racista Avigdor Lieberman, ex-patovica moldavo fundador del partido “Israel Nuestro Hogar”. Un político que declara que “cuando se produce una contradicción entre valores democráticos y judíos, los valores judíos y sionistas son más importantes”… ¿constituye acaso un ejemplo edificante de la tan cacareada “única democracia de la región”? Un sujeto que propuso seriamente arrojar la bomba atómica sobre Gaza y ejecutar a aquellos parlamentarios del Knesset que negociaran con los palestinos… ¿no es acaso un fanático de la peor calaña? Tal sugerente omisión revela la intrínseca endeblez de la argumentación del Sr. Sanguinetti, cuyo principal problema no es tanto realizar afirmaciones falaces sino limitarse a contar sólo una pequeña parte de la verdad: procedimiento que, como bien es sabido, es una de las maneras más usuales de mentir…